viernes, 10 de julio de 2009

La disciplina



La serie disputada por los British Lions en Sudáfrica, ha dejado tela para cortar, no tanto en lo deportivo como en hechos de indisciplina, que han repercutido en la prensa. El artículo fue publicado en Planet. Esto ocurre también en nuestro país, donde conviven sistemas disímiles, lo que provoca que el mismo hecho según donde ocurra, tenga una sanción distinta. Sería interesante que la UAR se ocupara del asunto y estableciera un código.
Un artículo sobre la disciplina de los Leones y sus adversarios en los partidos en su gira por Sudáfrica, firmado por Ross Hastie y publicado en el sitio inglés, www.planet-rugby.com de una cabal idea sobre el problema a nivel mundial, aunque es bastante parcial.
Este es el artículo.

Un poco de consistencia, su señoría
Muchos juguetes han sido arrojados fuera de la cuna este año. Desde el Super 14 a la Heineken Cup hasta la gira de los British Lions, mucha de la excitación creada por algo de un rugby emotivo ha sido agriada por un inconsistente sistema judicial que se reclama una pronta revisión.

Las leyes del juego como el sistema judicial y los procedimientos que aseguran su aplicación están allí para garantizar que el rugby sea único para los caballeros, no para los descarriados.

El sistema de citaciones es tan importante para mantener al rugby limpio se supone que debe ser a la vez imparcial, consistente y eficiente, pero cuando el Comité National Olympique et Sportif Français decide revocar una decisión disciplinaria tomada del otro lado del Canal de la Mancha y los últimos campeones del mundo sienten la necesidad de elevar una protesta por su "victimización", algo está claramente mal.

Nada provoca más excitación entre los fanáticos, periodistas, referees, legisladores y otros dirigentes expertos más excitación que el juego sucio. Antes que ustedes asuman posturas prejuiciosas, déjenme poner las cosas en su lugar: "No estamos jugando a las muñecas", como alguna vez nos recordó Tana Umaga y "esto es rugby", como Bakkies Botha, el pilar sudafricano le dijo una vez a un referee que le pidió que se calmara.

La naturaleza del juego que todos amamos, en el que no se permiten la agresión ni la intimidación, significa que siempre podrán haber ocasionales derrames de sangre en la cabeza y algo de roces, por lo que esperar que los jugadores se comporten como bailarinas de ballet es ridículo.

Pero mientras pensamos esto, déjenme dejar otra cosa en claro: no hay lugar en el rugby para los que meten los dedos en los ojos o aplican golpes en la ingle (como Schalk Burger recientemente descubrió y como Andrew Sheridan debió haber sabido).

Existen leyes muy claras acerca de lo que está permitido y lo que no. No, Ud. no puede buscar en una página del libro de los enterradores para aprender a decapitar un hombre con tackles al cuello. Tampoco puede agarrar a un rival y agarrársela con su cabeza a los golpes.

Entonces con reglar tan clara de compromiso y tantas cámaras desparramadas por las canchas para darle a los referees cientos de diferentes ángulos desde los cuales pueden escudriñar la mayoría de los incidentes, por qué seguimos teniendo la impresión que el sistema de citaciones es tan inconsistente como importantes?

Sin sorpresa alguna, el reciente regaño de Julian Harris por el uso del brazalete blanco usado por los Spingboks en el tercer test con los Lions para demostrar su rechazo a la sanción contra Bakkies Botha, generó una tonelada de réplicas, tanto al sur como el norte del Ecuador (Para su información, y la de todos esos llorones, Julian no es un títere de la prensa inglesa y de hecho milita en la mitad sur del rugby de nuestro planeta).

Mientras estoy de acuerdo con el hecho que los Springboks se pasaron de la raya con lo del brazalete, no puedo dejar de pensar que llamar a Botha un bruto y sugiriendo que su reputación justificaba la sanción que se le impuso, es simplemente errarle al blanco.

Pero no me dejen equivocar, el querido Bakkies no es un blando y su reputación por empujar las leyes más allá de sus límites está totalmente justificada. Pero más allá de los méritos y deméritos en el caso de Botha, el punto que estoy tratando de aludir es que cada audiencia disciplinaria debería ceñirse al incidente en análisis. Sólo los antecedentes no deberían sustentar una sanción por sí mismos, pero esto parece haberse convertido en una costumbre. Los fanáticos del rugby sudafricano saltarían ante la primera posibilidad de mostrar sus casos, tomemos al azar el Super 14 de este año, cómo hizo el australiano Brett Sheehan para salir airoso de su intento de transformarle la cara a Bradley Barritt con su hombro mientras que el sudafricano J. P. Nel fue abofeteado con una suspensión de cuatro semanas por lo que puede definirse como un tackle desaliñado una semana antes.

También podemos ver nuestras casillas de opinión llenas de mensajes de enojados aficionados australianos y neocelandeces exponiendo - justificadamente - innumerables ejemplos de brutalidad sudafricana. Nadie puede pretender que Nel es un santo (sus antecedentes responden por sí mismos) mientras que Sheehan es sin vueltas un "jugador sucio", pero los dos incidentes sirven como una ilustración conveniente para un escenario más amplio.

Abordando el mismo incidente desde otro punto de vista, parece que la carga tardía de Sheehan sobre Barritt fue algo más que imprudente ya que en realidad trató de estampara su hombro en la cara de su oponente. Tan potente fue el impacto que dejó inconsciente al centro de los Sharks. Por su parte el brazo extendido de Nel en su intento por detener a Stephen Terblanche ciertamente ameritaba una sanción, pero una sanción de cuatro semanas por un tackle alto casi dentro de los límites de la ley antes que malicioso, parece un exceso.

En octubre del año pasado, el club Perpignan amenazó con retirarse de la Heineken Cup si su apelación en contra de la pena de 18 semanas aplicada al hooker rumano Marisa Tincu por meter los dedos en los ojos de un rival era rechazada. Eso ocurrió y Perpignan siguió jugando sin Tincu, pero llevó el caso a las autoridades francesas, las que decidieron permitir al hooker rumano jugar en el Top 14, pese estar suspendido fuera de Francia, lo que provocó gran enojo en el IRB. Esta decisión aportó muchos argumentos a la creencia de los clubes franceses que ellos estaban siendo tratados de forma injusta por los referees y en las audiencias disciplinarias, igual que los Springboks ahora.

De nuevo, bajo ningún punto de vista estoy tratando de decir que Tincu es una señorita pues in mi humilde opinión es uno de los jugadores más esquivos jugadores del juego, pero la protesta de Perpignan y el hecho que no hubiera una clara imágen del incidente, ciertamente alzó más de una ceja.

Uno se queda con la impresión que en todos los incidentes mencionados arriba, los antecedentes de los jugadores influenciaron decisivamente sus respectivas sanciones. Significa eso que los casos disciplinarios ya no son juzgados sól con fundamento en el mérito de cada caso individual? Tal conclusión serviría para sostener los dichos de JP Nel en el sentido que él ya no podrá ser elegido para integrar equipos de Super Rugby solamente porque "ningún equipo lo buscaría para no correr riesgos por lo que se supone que hizo".

La única explicación razonable por las discrepancias en las penas aplicadas es el hecho que los encargados de aplicarlas son humanos y la brutalidad está en el ojo del que observa. En la era profesional, es justo reconocerlo, en la mayoría de los casos, nos movemos más allá de las inseguridades de dirigentes llenos de prejuicios.

Y entonces, cuál es la solución? Tal como mis colegas sugieren, un comité disciplinario centralizado podría ser un buen comienzo.

Debería el mismo panel resolver todas las causas disciplinarias para asegurar equilibrio en todo el mundo? Las implicancias logísticas de tal sugerencia harían muy difícil su implementación en la práctica, pero con la tecnología de la que disponemos hoy en día no parece imposible. Incluir un par de jugadores retirados no parece tampoco una mala idea.

Consistencia es lo que hace falta. Si las conductas de Botha, Nel y Tincu son tan sucias como su reputación lo sugiere, deberían ser citados regularmente, y no de cada luna azul cuando son abofeteados con una extensa suspensión para maquillar todas sus transgresiones pasadas.

La pena debe ser apropiada al hecho cometido, y todos los crímenes deberían ser castigados. Juguemos duro, pero juguemos limpio. Hemos visto arrojar demasiado barro. Hemos escuchado demasiadas veces la queja "nosotros no te citamos pero vos lo hiciste".

Es tiempo de empezar a levantar nuestros juguetes, muchos de los cuales han sido arrojados hace mucho. Esperemos que el IRB ayude en la limpieza.

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