lunes, 13 de julio de 2009

Aborigen Rugby Club


Estando en el exilio autoimpuesto en Londres, de añorar y las ganas de conocer un poco más las culturas de mi país tan extenso me surgió la idea de juntarme con Eduardo “el Loco” Rossi, a quien mi padre conocía bien. Había escuchado de él mucho de su locura y de cuando formó en el año `93, en Formosa, un club de rugby compuesto por chicos aborígenes de origen Toba. Ese club se llama Aborigen Rugby Club de Formosa.

Tras leer el libro El Interior, de Martín Caparrós, la idea tomó más fuerza. El escritor cuenta su periplo por el Interior del país tratando de buscar una respuesta a que nos une a los argentinos, con un territorio tan grande con tantas culturas, metiéndose en pueblos y ciudades. Si bien Caparrós tiene una mirada escéptica, por la pobreza y el drama del cual es testigo, termina con una idea esperanzadora y eso me gustó.

No fue fácil conseguir el contacto de Eduardo Rossi. En la Unión Argentina no tenían su teléfono, aunque me pasaron el de la Unión de Formosa. Pero, sin embargo, cuando llamé, me atendió un paisano que me respondió con mucha tranquilidad que allí no era eso, que siempre llamaban pero no sabía qué respuesta dar.

Finalmente, tras una pequeña investigación pude dar con él. En un correo electrónico le expresé mi deseo de acercarme a su club en la provincia de Formosa y compartir unos días con los chicos Toba, ayudando en también en alguna práctica. En su respuesta positiva me di cuenta del porqué de su apodo. El viaje fue pactado en enero con vistas a ser realizado en julio. Mi padre Tacho y mi hermano Facu se hicieron enseguida de la partida.

El viaje de casi 1200 kilómetros se fue haciendo más ameno entre mates, folcklore y chamamé acordes con el paisaje, alternando con un poco de rock nacional cada tanto. En un recorrido tan largo donde se ven pequeños pueblos o caseríos más chicos aún se puede ver la realidad de la Argentina que es tan rica y tan pobre, con mucha gente viviendo de manera muy precaria y es difícil de entender el porqué.

En Chaco, cerca del río Bermejo, hay un pueblo llamado General Julio de Vedia, un pariente mío de otro tiempo, que combatió bajo las órdenes de Mitre en la campaña del desierto que lamentablemente exterminó de manera muy sangrienta gran parte de las comunidades aborígenes del país. Toda una ironía.

El martes 30 de junio por la tarde nos encontramos con Eduardo Rossi en Formosa. El Loco es una persona con una verborragia apabullante, no tiene parámetro porque rompe con cualquier estereotipo. Su personalidad es una combinación confusa, ya que es un ferviente religioso (perteneció al Opus Dei durante diez años e incluso fue numerario) y un fanático de las armas de guerra, de las cuales posee una colección impresionante. Jugó en Europa en los años ochenta pero dejó todo para realizar su sueño de crear un club para aborígenes, que tras mucho esfuerzo y el apoyo del gobierno de Carlos Menem, de quien recibió un subsidio importante, se hizo realidad. Rossi contó que el ex presidente le facilitó fondos y le estará eternamente agradecido.

Los Tobas están marginados por la sociedad y viven situaciones de extrema pobreza. El club surgió para ser un lugar de integración racial y social. La idea en sí conmueve.

Aborigen Rugby Club es una Fundación con unas buenas instalaciones donde juegan los partidos. Sin embargo, a la mayoría de los jugadores les queda lejos de sus casas y, al carecer de medios para movilizarse, se entrenan en un potrero llamado “Lote 68”. Esto dificulta un poco las prácticas, ya que allí no cuentan con material necesario y la iluminación tampoco es buena.

La gente empezó a aparecer de todos los rincones de la oscuridad llegando a la primera práctica, como me habían anticipado. Yo, que no sabía con qué me iría a encontrar, había planificado rigurosamente el entrenamiento pero tuve que improvisar otro entrenamiento al encontrarme con sólo tres pelotas y ningún otro tipo de material, haciendo eso poco factible mi plan original. Los chicos entrenaban todos mezclados desde los de 16 años hasta los de Primera. Muchos de ellos descalzos o con jeans rotos, y pocos con ropa de rugby, pero sin embargo más de uno con muchas condiciones físicas y técnicas.

Son gente candorosa, humilde y dispuesta a aprender. Muchos de ellos sufren la mala alimentación e incluso el hambre, pero la peor que padecen es la marginación y la dificultad para integrarse en la sociedad. Esto último es algo muy difícil en esta sociedad tan competitiva sobre todo en países del tercer mundo como el nuestro.

Después del entrenamiento del segundo día, Eduardo Rossi les comunicó que debido a la Influenza se les suspendería el partido del domingo y, al menos por dos semanas, también el torneo que disputan. Los problemas del subdesarrollo afectan también al rugby en desarrollo.

Me quedé con una sensación de felicidad por haber compartido estos días con los Tobas de Aborigen Rugby Club, que me aceptaron sin problemas y ellos se mostraron también alegres por mi presenci,a lo cual es aún más gratificante. Creo por otra parte que a más de quince años de la concreción de este proyecto esperanzador, podría tener más apoyo tal vez para conseguir material, logística y en definitiva que no quede sólo en juntarse un par de veces a la semana a pasarse una pelota de cuero sino que forme personas, que les de herramientas para desempeñarse en otros ámbitos y que la sociedad los acoja.

Tomás de Vedia
Jugador del London Irish y de Los Jaguares

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