No hace mucho, un año y medio atrás, en esta mismo sitio cuestionábamos la desastrosa conducción que le tocó sufrir al rugby argentino. Con la paralización de casi todas sus actividades, manejada como una "empresa" en quiebra, embarcada en una pelea terminal con su ex agente comercial, sólo ruinas quedaron para retomar un cauce más civilizado. Hoy la cosa es abismalmente diferente, pero faltan ideas convocantes. Ricardo Bordcoch
Hoy, aunque aún no nos encontremos encolumnados detrás de un proyecto común por inexistencia de éste, podemos decir que al menos se ha tratado de pacificar a nuestro deporte, lo que no es poco, pero ciertamente no alcanza. La falta de debate y la ausencia de ideas convocantes campea, lo que provoca que los esfuerzos que se realizan estén condenados a un éxito efímero.
También desde esta sitio venimos reclamando un debate serio , despojado de las urgencias electoralistas que dominan las asambleas de la UAR, ámbito natural para dicho propósito. Dice la sabiduría popular que lo último que se pierde es la esperanza, por lo tanto sigamos esperando.
Sin embargo no podemos omitir considerar el complejo panorama que ofrece el dividido rugby del interior, al que ahora se suma la Unión de Tucumán , y desde nuestro punto de vista esto no es otra cosa que los cimbronazos del temporal al que nos referimos al principio y que por un tiempo nos azotará todavía.
Rosario con un problema judicial insoluble, Córdoba sin una representación genuina en su consejo y ahora Tucumán también fracturado, se presentan como reflejos de la división sembrada en el seno de las uniones por las nefastas políticas de intromisión en sus asuntos internos tripulada desde la conducción de la propia UAR hasta no hace mucho. Obviamente con la complicidad de los sicarios locales, que nunca faltan. Todo hace suponer que Cuyo habría superado un estado de cosas similar hace poco tiempo.
El viejo reclamo federalista que históricamente levantó el interior por la supremacía de la URBA en la conducción de los asuntos de la UAR, del que las uniones mencionadas solían ser adalides, se ve más débil que nunca. En efecto, con que autoridad se podría alegar una mayor concesión de poder político hacia las provincias cuando demostramos a diario nuestra incapacidad para gobernarnos seriamente a nosotros mismos?.
Buenos Aires, como todas las uniones, tiene sus problemas, y tengamos en cuenta que son ochenta los clubes que la integran. Sin embargo han demostrado una madurez para resolverlos que independientemente de la postura política que tengamos, debemos al menos respetar. La falta de una mínima estabilidad en las uniones provinciales más numerosas conspira contra la justificada pretensión de tener un mayor protagonismo en las decisiones de la UAR.
Los cimbronazos del temporal van a demorar bastante en desaparecer, por lo tanto habrá que arremangarse y poner manos a la obra, pero por lo menos sepamos identificar a los agentes del caos que se encuentran infiltrados entre nosotros, muchos de ellos aún con poder de decisión.
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