El triunfo de los Pumas frente al seleccionado inglés en Salta estuvo rodeado de muchísimo color y, sobre todo, de amor. El pueblo salteño dejó clara su pasión por el equipo de Phelan y, al igual que los jugadores, también se convirtió en un protagonista principal.
Bajo el aliento desbordante de 22.000 personas, que agotaron las localidades dos días antes de la acción y que llegaron desde todos los puntos de la Argentina (sobre todo de Tucumán), los Pumas se reencontraron con su mística y volvieron a rugir, con Salta como principal testigo de que la magia sigue ahí, intacta.
Toda la semana previa al choque frente a los ingleses se habló del furor que causó la llegaba del seleccionado argentino a la tierra de las buenas empanadas. Autógrafos, seguimientos, fotos, vigilas en la puerta del hotel y más autógrafos.
Y todo el amor que se venía haciendo presente pre match quedó sellado a fuego en el fantástico clima que rodeó al tercer triunfo en el ciclo de Santiago Phelan y Fabián Turnes.
Cantitos, banderas, gorros; todo fue bueno, todo sumó, todo motivó para que la causa Puma volviera a enamorar a un público que venía medio cabizbajo luego de las opacas últimas actuaciones. Pero en Salta todo fue diferente; allí la gente encendió la chispa y el equipo se encargó de convertirla en una hoguera. Ahora, y de aquí en adelante, ojalá que los Tati`s boys se encarguen de dejarla siempre encendida.
Con el 24-22 final, todo fue una fiesta, tanto dentro como fuera de la cancha. Pero además de la alegría, también se trató de un justísimo premio para un pueblo salteño que dejó claro que su amor por los Pumas es visceral y está en carne viva.
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