martes, 7 de abril de 2009

Entrevista FARGO... en el Campito



Máximo Bianchi es uno de los encargados de enseñar rugby en el Club Social y Deportivo El Campito, de la Villa 31. “Buscamos romper con las barreras que existen del otro lado de Libertador”, contó el ex Champagnat en la Entrevista FARGO. ¡Imperdible... para dar una mano!


Entre los cascotes, la tierra y los mechones de pasto que visten la cancha número nueve, una pelota de rugby rompe el cielo y se pierde entre las luces de los grandes monstruos de cemento. La guinda sube, observa desde arriba la Villa 31, y cae para aterrizar mansamente en los brazos de uno los flamantes rugbiers del Club Social y Deportivo El Campito, que todos los sábados se mata a tackles en el Club Social y Deportivo Cancha 9, que gentilmente les facilita sus instalaciones.

¿Rugby en la Villa 31? ¿Rugby en uno de los barrios más marginales de Buenos Aires? Sí, también hay deporte ovalado para ellos. “Acá siempre rodó, rueda y rodará la pelota de fútbol, pero nosotros tratamos de mostrarle a los chicos que tambien éste deporte lo pueden jugar todos: el gordo, el flaco, el alto, el bajo… todos. Y además está bueno que se den cuenta de que el rugby y el fútbol pueden convivir; que no hay que elegir entre uno u otro deporte”, le explica a Rugby Fun Máximo Bianchi, uno de los encargados de que el deporte ovalado tenga presencia en el corazón de la Villa. Este joven de 29 años no se detiene ahí y continúa contando cuál es el objetivo a cumplir entre chapas, cartones y tinglados. "Buscamos romper con las barreras que existen del otro lado de la Avenida del Libertador; queremos la inclusión de los chicos y no la marginación. Apuntamos a la integracioó de todos, tanto de los que viven ahí, como los que somos de afuera, porque no sólo venimos a enseñar, sino también a aprender. La idea es que entre todos conozcamos gente, lugares, nuevas situaciones, ya que creemos que el rugby es un buen medio para lograr esto".
La historia de Maxi, ex jugador de Coronel Suárez y Champagnat, y la 31 se unió hace diez meses, cuando Martín Dotras hijo, un amigo médico de su ciudad que atendía en el centro comunitario de la Villa, le comentó que tenía ganas de enseñar rugby. “Y así fue como nos sumamos varios de nosotros. ¿Miedo? No. Yo ya había estado trabajando en La Cava (San Isidro) y estaba acostumbrado a ese mundo; porque es realmente otro mundo. Acá nos tratan increíble. Para todos somos los profes de rugby, pero yo ya me considero un amigo más. Llega un momento que los prejuicios se terminan rompiendo”, cuenta.

Además del rugby…

-Interrumpe entusiasmado- Además de rugby hay otras actividades. Ahora también hay una chica que se incorporó y enseña yoga, hay clases de apoyo escolar, asesoría legal, asistencia médica, capoirea, fútbol y estamos iniciando un proyecto productivo, que busca darle trabajo a la gente, al que denominamos: "Pueblo que Construye". Se trata de comidas y postres que vamos a producir con gente del barrio, con el formato de cooperativa, es decir para todos, todo.
Pero lógicamente todo esto tiene un techo por la falta de recursos, aunque lo más importante es que los chicos puedan encontrar un espacio para desarrollarse.

¿Tuvieron algún amistoso?

Sólo uno; contra Virreyes Rugby Club -otro proyecto que tomó al rugby desde un enfoque social-. La verdad es que ellos se sorprendieron por el buen nivel y comportamiento de los chicos del Campito. El último fin de semana íbamos a jugar contra Floresta, pero se suspendió por la lluvia. Fue una gran tristeza para todos, porque se había generado mucha expectativa.
¿Qué les está faltando?

¡De todo! -risas-. Pelotas, conos, bolsas de tackle, escudos, camisetas, botines… lo básico para practicar este deporte. Pero ojo, porque no queremos que los chicos se acostumbren a tener todo “de arriba”. Al segundo día de entrenamientos, uno me dijo “¿y las camisetas?”. “Las camisetas van a depender de nosotros”, le respondí. Cuando fuimos a jugar contra Virreyes, los chicos armaron rifas y las vendieron para poder pagarse el boleto de colectivo, buscamos demostrar que con esfuerzo podemos lograr muchas cosas. Una vez que tengamos la personería jurídica, la cual ya estamos tramitando, tenemos pensado hacer socios voluntarios.

¿Cuántos entrenadores son?

Somos ocho, y la verdad es que estaría bueno si algún jugador o ex jugador se copa y nos viene a dar alguna mano y se suma a los entrenamientos. Además, la macana es que tenemos varias divisiones incompletas. Por ejemplo, en la M15 sólo hay cinco o seis chicos, por lo que la intensión es tratar de seguir sumando jugadores.

Cuando se habla de la Villa se la asocia con la droga, el alcohol, la delincuencia…

Drogas hay en todos lados, en la Villa y también afuera. Igualmente hay mucho prejuicio desencadenado, entre otros, por los medios de prensa, quienes hacen ver a las villas como lugares peligros, llenos de gente que no trabaja. Esto es completamente falso. En el interior de la 31, nunca vi chicos drogandose, lo que no quiere decir que la droga no exista. El tema es que dentro de la Villa se consume la droga más berreta, como el paco, que le arruina la vida a los pibes. Y frente a un estado ausente, que no da respuestas para este tipo de problemática, los chicos terminan cayendo. Queremos una sociedad distinta, por lo que tenemos en mente comenzar con charlas, entre otras, de sexualidad, adicciones, derechos y ecología. Hemos dejado de echar responsabilidades ajenas (aunque las haya), ya que creemos que el cambio debe surgir de nosotros. Y en eso estamos.

Y ahí está Maxi, ayudando, rescatando, apoyando, contruyendo, inculcando, aconsejando y, como el mismo dice, aprendiendo. ¿Su gratificación? La sonrisa de un pibe sano, con una guinda en la mano. El ya aprendió a dar y recibir. ¿Nosotros podríamos imitarlo? Pensémoslo, porque sería bueno que la respuesta fuera un sí.

No hay comentarios: